domingo, 4 de noviembre de 2012

Lo que pasa cuando uno espera más de lo que encuentra



Ya que no pude viajar este fin de semana festivo, opté por ir a Maloka a ver la exposición de fobias tan promocionada en internet y los medios televisivos. Me invadió la curiosidad y estaba ansioso por ir, entrar y ver uno que otro animal asqueroso y repugnante. Si, de esos bichos y roedores que algunos ni pensar si quiera en ellos pueden. No tengo problema con eso, ya que no padezco ninguna fobia, bueno al menos eso creo. 

Foto Tomada de: http://www.facebook.com/MalokaCTI
Llegué  a la plazoleta principal, pagué el valor de la entrada en el primer piso, y entusiasmado ingrese a las diferentes salas de exposiciones. Habían unas sobre dinosaurios o/u otros animales extintos, más adelante otra con variados juegos mentales, también unas dedicadas al origen del universo y nuestro sistema solar, y una más acerca de los beneficios y la importancia del reciclaje. Por supuesto mi interes era la sala de fobias. Quería ver bichos raros; serpientes, arañas, gusanos, sapos, ratones, lo que fuera. Y aquí estimado lector es donde viene mi gran decepción. Sin exagerar me sentí literalmente estafado, o más comúnmente en nuestro argot colombiano “tumbado”. La exposición de fobias, al contrario de lo que pensaba yo; una sala grande, con animales vivos en estantes o vitrinas donde uno los pudiera ver sin ningún problema y muy de cerca, no era más que un modulo del tamaño de mi habitación, con un reflector que simulaba animales moviéndose, audios y carteles, supuestamente aterrorizantes. El recorrido no duró más de 15 minutos. “¿Eso es todo?, ¿Pagué doce mil pesos por ver esto?” No lo podía creer. Uno de los guías se me acercó para evaluar la exposición, - Califique de uno a cinco su experiencia -, le respondí entre decepcionado, frustrado y bastante disgustado, que no merecía más de 2. Tal cual. Tomó mis datos y me largué de ahí. Resignado visité las otras salas y poco a poco me desentendí del asunto. Más adelante encontré exposiciones muchísimo más interesantes, hasta participé de una experimento con energía electrostática, si usted alguna vez ha visitado Maloka, sabrá de que le estoy hablando. Por último y ya para concluir, me prometí jamás volver por allá  a menos que en realidad valga la pena pagar doce mil pesos y no llegar a la casa, con ese sabor agridulce, profundamente decepcionando y estafado. Eso es lo que pasa cuando uno espera más de lo que encuentra. Muchas ilusiones acompañadas de grandes decepciones. A mi me pasó, ojalá no le pase a usted también. 



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